domingo, 20 de mayo de 2018

Japón sin rumbo: Día 7 - Fuji

Nos tocaba despedirnos de Kamakura. Nos ha gustado mucho el sitio, con su ambiente playero, de zona de surf pero con un toque japonés. Decidimos parar a desayunar en una cafetería cercana al apartamento. Concretamente había tres escondidas entre los callejones de nuestro barrio muy pegadas. Terminamos en una tomando unas tortitas, en unas sillas súper cómodas como de casa de abuela. ¡Como las disfrutamos! Una vez terminado el festín, nos fuimos al tren. Tocaba coger tres trenes para llegar a nuestro destino de hoy, Gotemba.




Decidimos para hoy ir a ver el Fuji. Lo hemos visto ya unas cuantas veces desde lejos, lo más cercano sería desde el Shinkansen, pero queríamos verlo desde cerca de verdad. Así que hoy nos hemos dado un capricho y nos hemos cogido un onsen cerca y con vistas a él. La verdad es que he disfrutado mucho de los viajes en tren. El primero fue nuestro famoso tranvía local, en el cual pude ponerme por fin tras el conductor e ir viendo con claridad el paisaje. Es una pasada como serpentea entre casas, es como que los pueblos han ido creciendo orgánicamente alrededor.



Tras media hora de tren local, tocaba moverse hasta un tren de la JR y, a medio camino, cambiar a otro. En la parada aprovechamos para salir en el pueblo y coger unos dulces.


Seguimos camino y seguí disfrutando del tren. Viendo como el conductor hacía gestos mientras conducía, viendo las vías meterse entre las montañas y los ríos aparecer de la nada tras un túnel.

Llegamos a Gotemba a eso de las dos y estaba cubierto de niebla espesa. Caca. ¿Que hacer? Lo primero, comer. Buscamos algo camino del hotel y nos terminamos comiendo un tonkotsu ramen bastante aceptable.


Allí decidimos, consultando unas webcam, ir hasta el lago de Kawaguchiko. Eran ya las tres, el bus era hora y media ida y otro tanto vuelta. Consultamos el taxi, ufff, 10.000 yen por trayecto. Pastizal.  Decidimos coger el bus, así que corrimos hasta la estación. Por el camino vemos un sitio de coches de alquiler y nos entra la duda. Tras pensarlo un minuto decidimos que venga, que lo hacíamos. Así que alquilamos un coche para poder llegar a los lagos y dar una vuelta por la zona.


Coche pequeño, cuadrado, de esos japoneses que dan bastante risa. Cómodo es, rápido no, desde luego. Cometemos un error al poco de cogerlo y nos metemos en la autopista. Horror. Perdemos cuarenta minutos de nuestro precioso tiempo yendo arriba y abajo por una autopista japonesa a velocidad de tortuga con ruedas. Una vez volvemos a Gotemba, cogemos ya el camino al lago. Mucha niebla todo el camino hasta poco antes de llegar. Allí el Fuji mostraba su esplendor. Algo de bruma lo rodea, pero se puede vislumbrar perfectamente. No es lo mejor para las fotos, pero se nos quedará siempre esa imagen de verlo tan cerca. Aparcamos cerca del lago y nos damos un paseo. Cuando no hace viento y la luz es buena, se ve el Fuji reflejado en el lago. Pena que no sea el día adecuado. A la vuelta lo podemos ver de frente conduciendo y es maravilloso.



Vamos ya al hotel a disfrutar del onsen. Que ganas de un relajante baño de agua termal. Decidimos no bajar a cenar y picar algo porque andamos cansados y queremos darnos un baño por encima de todo.

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