viernes, 20 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, aterrizando en Las Vegas (día 11)

Salimos hoy del apartamento con bastante tiempo para llegar al aeropuerto. Doron (el casero), nos había dicho que íbamos en hora punta y que saliésemos con tiempo así que así hicimos. Ccon dos horas de antelación a la fecha límite de facturación salimos de Manhattan y casi no nos llega el tiempo. El taxista que nos llevaba al aeropuerto trató de coger un atajo por el puente de Williamsburg y se lo encontró cerrado... Vaya tipo... Así que de vuelta hacia el túnel de la calle 34 en plena hora punta. En Queens y Brooklyn cogimos sendos atascos por obras y follones varios (además de que en NY conducen como el culo) así que tardamos algo más de hora y media en llegar a la terminal del areopuerto. Y si pensais que dio el rodeo a posta estáis equivocados, la tarifa al JFK es fija.

La terminal 5, de la que salíamos, es enteramente de la compañía que cogíamos (Jet Blue), una compañía de bajo coste americana muy curiosa, empezando porque vuelan con Airbus, cosa que compañías como Delta o Continental no hacen ni de coña. Además es de bajo coste pero no te cobran por la primera maleta facturada cosa que las tradicionales de USA si que hacen en vuelos domésticos. Para facturar hay que ir a uno de los muchísimos terminales de autofacturación, introducir los datos de reserva y ahí tienes la billete. Hasta ahí normal. Lo raro para mí (no he volado demasiado, la verdad, puede que peque de sorprendido) es que en el drop off de las maletas te ponen ellos la etiqueta pero la maleta la echas tú en la cinta. De ahí a pasar el control de seguridad. Contra lo que mucha gente dice no se diferencia mucho el contro que pasamos en USA al que pasamos en cualquier aeropuerto europeo. No nos hicieron pasar más que por el detector de metales y el ordenador tuvo que ir en una bandeja aparte. En Francis, sin ir más lejos, nos hicieron sacar la cámara a una bandeja también. Lo único excepcional es que hacen descalzarse a todo el mundo. Llegamos a la terminal y cogimos el avión. Antes de despegar, el piloto, desde la zona de azafatas, nos comentó los detalles del vuelo en persona. Normalmente lo hacen desde dentro de la cabina, pero aquí lo hacen todo más personal. Lo que es curioso es que los pilotos salen a hacer sus necesidades a los baños de los pasajeros y avisan antes a las azafatas para que bloqueen el pasillo antes de salir por aquello de que la cabina ahora está blindada y tiene una cámara al exterior. Ya antes de salir el piloto nos advirtió de que el viaje podía ser movidito y que el aterrizaje en las vegas iba a ser un poco "bumpy" debido a que se esperaban vientos de unos 50 Km/h. Y sí, acertó. La verdad es que no fue tampoco para tanto. No os imaginéis un vuelo de esos de dos horas y media de turbulencias seguidas, pero sí que hubo alguna zona con bastante bamboleillo. Yo creo que parte de la culpa lo tiene la altitud de vuelo. A la ida, en el Airbus 330, cuando llegamos a una zona tormentosa el piloto subió de altura unos 2000 pies. Aquí pasamos por algunas zonas en las que había nubes a los 36000 pies a los que íbamos y el piloto nos acendió y pasamos por el medio de ellas.  No se si es porque el techo de vuelo del Airbus 320 es menos o por lo hacen por ahorrar combustible pero el hecho es que fue algo movidito. Las azafatas acabaron bastante agotadas porque si bien nosotros lo llevamos con estoicidad hubo gente en la parte trasera del avión que estaba muy nerviosa. No se si es porque nosotros estábamos muy adelante (fila 3) y dicen que se notan menos o si porque pasamos de todo, pero la verdad es que fue un poco coñazo el viaje.

Pues tras todo ello acabamos aterrizando, tras cuatro horas y medio de vuelo, en Las Vegas. Nada más llegar una cosa muy rara del aeropuerto. Sales del finger y tienes que coger un tren para ir a la zona de recogida de equipajes que está al lado de la salida. Vamos, que cualquiera podría llegar, entrar en el aeropuerto, y coger tu maleta... Curioso. Y más curioso todavía, mientras esperas por tus maletas hay unas tragaperras al lado. Empezamos el día en la ciudad del pecado echando un dólar y consiguiendo 8,75. No está mal... Cogimos un taxi hacia el hotel (Aria Resort & Casino) y ya nos dimos cuenta de que la diferencia de como se conduce entre esto y NY es abismal. Nos deja el taxi delante del la puerta del hotel y un botones nos ofrece llevarnos las maletas. Hay que pagar por ello pero la veredad, dado que es la una y el check in oficialmente no es hasta las tres decidimos dejar las maletas allí y poder darnos una vuelta sin tener que cargar con las cosas. Entramos y el hotel realmente impresiona. Hay una persona encargada de dirigir a la gente hacia la ventanilla apropiada. En muy poco tiempo estamos hablando con una persona de recepción y nos toman los datos. Habíamos decidido dar una buena "propina" (o llamadle soborno porque una propina por adelantado...) a la recepcionista para que nos consiguiera una buena habitación. ¡Y funcionó! Realmente nos dio el mismo tipo de habitación que habíamos pedido (no queríamos más, nos llega con la suite de 90m2 :-)) pero le pedimos un piso alto y nos dio ¡el piso 34! En principio nos daba el piso 10 porque era la una y nos dijo que no tenían listas más arriba las habitaciones. Le dijimos que esperábamos y que nos diera una más alta. Nos decía que el piso 18 y le dijimos que OK pero cuando volvimos de comer nos encontramos con que nos habían dado el piso 34.

Nos fuimos a comer cerca y acabamos en el Crystals, un pedazo de centro comercial de marcas ultracaras con unos cuantos restaurantes chulos. Paramos en un italiano donde Bea se tomó una ensalada de pulpo y yo una pizza de pepperoni con guindilla deliciosa acompañada por una cerveza Goose Island deliciosa (sigo con mis pruebas de cervezas americanas). Volvimos al hotel y cogimos las llaves para subir al piso 34 con la sorpresa incluida. Para ir a las habitaciones hay que recorrer parte del casino, pero no todo como en otros hoteles y la verdad las caminatas por el hotel son bastante limitadas compadas con los hoteles tradicionales de Las Vegas. Entramos en la habitación y solo se puede describir como impresionante. Un piso 34, todo cristal, una bañera en una esquina mirando hacia el hotel Planet Hollyvood del Strip y en la que pareces colgando en el aire... Alucinante es poco... Descansamos un ratillo del viaje (yo todavía estaba algo mareado de tanto arriba y abajo del avión) y salimos a caminar por el Strip.

Ya se estaba haciendo de noche y no sabíamos si ir a algún espectáculo. Antes de salir paramos en la pastelería del hotel y nos cogimos dos delicias. Yo sabía que quería ir a alguno del circo del sol y estuve mirando comentarios. El que mejor ponía la gente se llama "O" y está en el Bellagio (muy cerca de nuestro hotel) así que probamos fortuna en un sitio de tickets a mitad de precio. Allí nos dijeron que ese espectáculo nunca tenía descuento ya que es un megaéxito y que siempre está abarrotado así que nos fuimos al Bellagio a ver si había entradas. Llegamos al Bellagio y era inmenso. Gigante es la palabra. Acabamos llegando tras dar alguna vuelta a la taquilla y allí nos dijeron que ya no había entradas para estar juntos así que las cogimos para el día siguiente a las 19:30 para poder ir a cenar tras el espectáculo. Nos dedicamos luego a pasear por el Bellagio y a continuación ver las fuentes del mismo en acción.
Son increibles en directo, la fuerza con la que lanzan el agua hace que suenen como si fueran fuegos artificiales. Mientras las veíamos había cuatro modelos grabando algo (parecía un spot) delante de las fuentes. Seguimos hacia el Caesars Palace y allí nos dimos otra vuelta por él y sus tiendas. Cuando nos cansamos volvimos a nuestro hotel y nos tomamos unos bocadillos en una megapastelería que hay en medio del casino que tiene cosas espectaculares. Decidimos echar unos pavos en las tragaperras con la fortuna de que echamos 30$ en total y nos llevamos 413$. Con la diosa fortuna de nuestra parte nos fuimos a la habitación ya que para nosotros con el cambio horario era tarde y queríamos disfrutar de las vistas del Strip de noche.

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