miércoles, 7 de octubre de 2009

Día 5: Grindelwald - Jungfraujoch - Thun - Gunten

Hoy por la mañana, pusimos el despertador muy prontito ( a las 7:30 el despertador en las vacaciones!), pero el motivo lo merecía. Las previsiones de tiempo auguraban buen tiempo, pero al levantarnos y abrirla ventana la cosa fue todavía mejor. Lucía un precioso cielo azul y se preveían unos 26ºC en octubre en Suiza! Así que corrimos raudos y veloces a desayunar para poder coger el primer tren que sube al Jungfraujoch, la estación de tren más alta de europa, a unos 3500 metros de altura. Era una cosa que siembre había querido hacer, pero es muy complicado encontrar un día despejado de verdad para disfrutar de la vista desde las alturas y para poder pasear por lo alto. En fin, que desayunamos un poco de todo y corrimos, tras pagar en el hotel, a la estación de tren a pagar más de 300 CHF (unos 200€ en total) por dos billetes de tren esperando que el desembolso merciera la pena.

Desde Grindelwald (teníamos la estación enfrente del hotel) se coge un tren de cremallera en dirección a Kleine Scheidegg, a unos 2000 metros de altura. És una paseo muy bonito e unos 25 minutos donde vas viendo las casas de Grindelwald hacerse pequeñas en la distancia. Al llegar a la estación en Kleine Scheidegg se coge ya el tren que sube al Jungfraujoch. Son 55 minutos de trayecto en los que se sube 1500 metros de desnivel teniendo en algunos momentos desniveles del 25%. La mayor parte del camino se hace en un túnel, pero hay dos paradas en dos estaciones intermedias donde te bajas del tren y ves, através de una cristalera, la vista de varios glaciares (en la zona hay 4 montañas de más de 4000 metros y hay varios glaciares medianamente grandes).
Poco a poco, nos fuimos acostumbrando a la altura, ya que al principio nos pegamos unas carreras para llegar al tren en la primera estación (a 2600 metros) y al sentarnos el corazón nos iba a mil.

Una vez arriba tienes muchas cosas que hacer. Según salimos nos fuimos a unas cuevas de hielo con esculturas también de hielo. Tras atravesar la zona y jugar a patinar un poco, salimos al exterior al "observation plateau", donde puedes ver a mucha distancia en Suiza. Desde allí, un día como hoy,creo que veíamos las montañas del Jura, que están a 80 km de distancia. Nos hicimos unas fotos y observamos maravillados el principio del glaciar del Aletsch, que es el más largo de los alpes con 23km. Dimos la vuelta y cogimos el ascensor (que sube a toda leche) para subir a la torre de observación que hay a 100 metros sobre la estación, sobre un pico. En ella se puede ver todo alrededor de la estación y observar las montañas y la nieve. Tras esto vino el plato fuerte, la caminata! Saliendo por un lado de la estación hay un sendero apto para todos los públicos (que puedan subir a 4000 m a 2ºC a pleno sol) por el que hacer un recorrido para llegar a un refugio y ver las vistas desde allí. Son 45 minutos, aunque nos llevó un poco más porque dimos un rodeo por otra zona que vimos que estaba pisada por las máquinas. Subimos hasta el refugio y allí comimos unas barritas para reponer fuerzas sentados al borde de una caida de unos 100 metros sobre la nieve virgen, realmente el sitio más bonito donde hemos comido nunca!. Bajamos disfrutando del aire puro (y de hacer fotos) para ir a la tienda de souvenirs a comprar postales y a enviarlas, que en la propia estación se pueden enviar las cosas y ponerles un matasellos de que las has enviado desde allí. La chica de la tienda cuando vio que eramos españoles se puso a arrancarse a hablar castellano (o español xD) como pudo y me hizo bastante gracia, la verdad.
Como ya eran las 14:30 y no teníamos hotel todavía, bajamos hasta Grindelwald (con el tren hasta los topes) para ir al único hotspot gratuito que teníamos localizado en Interlaken, un McDonalds. Comimos cuatro chorradas de merienda (Bea unas gambas (si, gambas) y unas patatas y yo una ensalada) y al fin conseguimos hotel, a la orilla del lago de Thun. Nos fuimos antes de ir al hotel a dar una vuelta por Thun y, la verdad, es precioso. Nos gustó mucho más que Interlaken, que si bien es bonito se ve muy turísitco. Thun se ve una ciudad residencial de nivel, con una zona de tiendas y una zona antigua, en la parte alta pegada al castillo llena de rincones apacibles donde sentarte bajo un árbol. Y como en todos los sitios de Suiza donde hemos estado, con muy muy poco ruido. Nos dimos una vuelta y como los supermercados ya estaban cerrados, nos fuimos al hotel a ver si allí nos daban de cenar.


El hotel de esta noche, el Parkhotel Gunten es un hotel pegado al lago, con un parque privado con muchos sitios donde sentarte a relajarte y oir el lago. Subimos a la habitación (amplia pero con un baño pequeño y bajamos a cenar). Nos comimos dos platazos (y es que en Suiza los cobran bien pero a veces parecen platos combinados en vez de platos normales). Bea se tomo un escalope vienés (que luego supimos que era un filete empanado de toda la vida) y yo comí jabalí austríaco. Pero es que el acompañamiento era una barbaridad. Mi jabalí, por ejemplo traía, a saber: coles de bruselas, castañas, cardo con una salsa que parecía yogur, col roja encurtida, ñoquis salteados y dos verduras que no supe identificar. De postre compartimos bea y yo una tarta tatín de higos con helado de vahinilla. La cuenta de la cena fueron 87CHF, unos 55€ los dos, con agua de bebida, y es que comer en Suiza fuera de pizzas, kebabs y cosas que no contengan un mínimo de calidad en los productos (léase buena carne o pescado) se van de madre. Tras la cena, un paseíto y a escribir el blog. Mañana y pasado estaremos de dos días de relax en Gstaad, que el año pasado nos quedó un sabor agridulce al tener que marcharnos corriendo y queremos quitárnoslo. De todasa formas, si el tiempo acompaña, haremos algun recorrido por aquella zona y os mantendremos informados. La ruta, la del jungfrau, aquí, y la que hicimos en coche, aquí.

Día 4 Gerzensee - Sustenpass - Furkapass - Grimselpass - Interlaken - Grindelwald

Hoy nos levantamos con previsiones optimistas en cuanto al tiempo y la verdad, auguraba un día de nubes altas y sin lluvia, así que partimos desde el hotel para hacer la famosa ruta de los tres puertos. Antes de nada desayunamos en el hotel de convenciones en el que estabamos, tomando un poco de todo (algo de fruta, muesli, pan, mantequilla, té, cacao...) y hicimos el check-out. El chico de recepción se ponía muy nervioso hablando en inglés y cuando se pudo a grapar el recibo de la tarjeta en la factura del hotel parecía el prota de Napoleon Dynamite xD.
Salimos en dirección a Sustenpass, atravesando la región de Interlaken y viendo unas vistas preciosas de los dos lagos y los bosques otoñales con sus colores rojos y dorados. Decidimos parar luego en la ciudad, para hacer primero, camino al Sustenpass la caminata al graciar del Trift, donde está el puente colgante más largo de Europa (algo más de 150 metros). Cuando esperábamos junto con bastante gente al teleférico, nos dijeron que había mucho viento y que se podía subir pero que para bajar había que hacerlo andando. Esa bajada suponía añadir dos horas más a un trayecto esperado de otras tres horas (hora y media de subida y media de bajada). Sumando que eran las 11 y todavía teníamos gente delante el panorama no parecía muy halagüeño, así que dejamos la esperada caminata para otra ocasión, que esperamos volver mucho por este país.

Seguimos subiendo desde 500m hasta los 2300 del Suntenpass, viendo muchas veces pinos y abetos en sitios donde nadie podría creer que pueda haber un árbol. Por encima de los 2000m ya no había árboles y el paisaje era más desolado. La carretera, a pesar de la altura y el desnivel no asusta ya que está muy bien cuidada, caben dos coches sobradamente (de hecho pasan buses por ella) y hay un monton de sitios para parar y ver el paisaje.



Pasamos el puerto de Sunten tras hacerme Bea la foto de rigor al lado del cartel camino del Furkapass. Segun bajábamos el Sutenpass veíamos que los árboles desaparecían y el paisaje se volvía agreste al 100%. Muchas rocas sueltas, algunas enormes en el lecho de los ríos y comenzamos a subir hacia el puerto de Furka, a 2500m de altura.

Arriba, en el puerto, hay una famosa atracción turísitca, con un par de restaurantes y una tienda. La atracción consiste en un túnel escavado en el glaciar del que nace el Ródano. Por unos módicos 7 CHF (4,50€) se baja por una pendiente hacia una pasarela de madera que te permite entrar dentro de un glaciar y tocar el hielo que lleva ahí miles de años, ver la luz azul que entra y los restos que hay atrapados en el hielo.

Salimos y, tras hacer mil fotos nos compramos en la boutique una chaqueta impermeable con forro polar interior desmontable de la marca Swiss military que estaba al 50% de descuento y sólo costaba 110CHF (70€). Bea se compró una camiseta con un edelweiss de piedritas en el pecho por 19 CHF (12€) y pillamos también un par de postales. Ya he seguido la tradición y va una desde Rocamadour hacia Denodo, así que cuando pueda mando una desde Suiza (le había dicho a Dani en el viaje del año pasado que enviaría una desde cada país que pisara y pienso cumplirlo de esta vez). En la tienda había dibujos de como era el glaciar hace cien años y la verdad es que da pena ver como ha menguado a una tercera parte y como cuentan que desaparezca en menos de 100 años.


Bajamos pegaditos al ródano camino de subir el Grimselpass, que está pegado al Furkapass. Tras subir paramos en la cima a comer, tras seguir un camino que bordeaba el lago creado por una pequeña presa. Tras una comida ligerita, bajamos hacia Interlaken, rodeando unas presas enormes. Aparcamos en Interlaken en la calle, pagando religiosamente un parquímetro a razón de 1 CHF (0,70€) por cada media hora. El parkímetro no da ticket, si no que es de los que metes dinero y un contador se pone en marcha de forma que puedes ver el tiempo que queda en la plaza en la que estás para que tengasa que irte. Así se ahorran el papel de los tickets de zona azul...

Interlaken la verdad es que es bonita, pero se ve, como muchas cosas de esta zona, muy desbordado por el turismo. Se ven bastante más hoteles que casa y hay muchísmos comercios orientados al turismo. Dimos una vuelta apor varias tiendas y al final Bea sólo se quiso comprar un puzle,a pesar de que entramos en una tienda deportiva que tenía muchísimas cosas chulas, aunque bastante caras. Salimos de Interlaken pronto, como mandan los horarios suizos, a eso de las 18:30 camino del hotel elegido, el Bel Air Eden, en Gridelwald.
Grindelwald es un pueblo turístico que está rodeado de montes de alrededor de 4000 metros. Llegamos al hotel y, la verdad, no es gran cosa. Los muebles son antiguos, el baño minúsculo (tiene el lavamanos fuera del baño) y la wifi va tan de pena que no me doy conectado a nada. En fin, que tb se tienen que cometer errores. Eso sí, delante de la ventana tenemos el Eiger, que mide casi los 4000, y eso es un lujazo. Bajamos tras aparcar el coche a cenar subiendo la calle principal hasta que acabamos en una pizzería italiana, de propietario italiano, ya que en Suiza comer algo medianamente elaborado cuesta un pastizal, y prefiero hacerlo en un sitio conocido y buscado, que en un local en un pueblo turísitco. Al final comimos una pizza de surtido de champiñones y boletus que estaba impresionante y una ensalada de tomate y mozzarella que tenía la mejor mozzarella de búfala que he comido nunca. Con la bebida y la
propina la cosa ascendió a 43 CHF (28€) los dos, así que no fue demasiado caro.
Tras cenar nos fuimos al hotel y tras escribir esto, nos fuimos para cama. A ver si mañana conseguimos que esta wifi u otra vaya y buscamos hotel. La ruta de los montes suizos, aquí.

lunes, 5 de octubre de 2009

Día 3: Riom - Annecy - Gerzensee

El tercer día volvimos a salir algo tarde del hotel. 300 km nos esperaban hasta nuestro destino, Annecy. Por el camino vimos de todo. Cruzando el macizo central vimos unos bosques muy muy espesos, tanto que a veces se diría que no se podría meter uno entre los árboles, y era tan denso que no había maleza, sólo árboles apiñados. Tras pasar esa zona cruzamos St-Etienne y Lyon rodeados de tráfico denso y caminones. Si digo que en 150 km he adelantado más de mil camiones os aseguro que no exagero nada, por momentos había 4 carriles y dos eran para los camiones...


Llegamos a Annecy, una pequeña ciudad muy turísitica, pegada a un gran lago de su mismo nombre. Aparcamos en un paking bastante curioso en frente del ayuntamiento.



El parking era en si mismo una espiral descendente dónde se aparcaba a los dos lados de la espiral, de forma que en cuanto había un sitio aparcabas y dejabas de bajar. Así la gente no andaba dándo vueltas buscando sitio, si no que los coches se iban aparcando según había sitio y no había huecos. Además, había luz natural y se subía por un ascensor que había a ambos lados de la espiral. Muy bien pensado, la verdad, y además era barato (14€ el día completo frente a los 24€ que cuesta en Coruña).
Tras aparcar el coche ya nos era hora de comer (la una y media, que nos estamos adaptando al horario local poco a poco) y buscamos la zona de los canales. Comimos dos ricas galettes (crepes de trigo sarraceno) acompañadas de una garrafa de agua de la casa. La mía de jamón de savoia (parecido al jamón serrano) y un queso de la zona. La de Bea era con champiñones, queso y jamón cocido.


Todo esto en una terraza, por supuesto, que estábamos a 20º! 14€ de cuenta por los dos! Más tarde, nos fuimos a pasear por la ciudad. Tiene una atmósfera muy atrayente, con calles anchas, bonitos soportales con amplios arcos, los canales... Subimos hasta el castillo que está en un alto pero no nos apeteció pagar la entrada y pasar mucho rato, así que bajamos buscando la catedral.

La verdad es que la catedral estaba en obras por fuera, pero por dentro ya estaba restaurada. Frente a las típicas entradas del resto de catedrales que habíamos visto (oscuras y con entradas laterales que se cierran solas), esta invitaba a entrar, con unas puertas enormes acristaladas, abiertas de par en par.


Por dentro era muy hermosa, con grandes vidrieras y sin cordones de "no pasar" por ningún lado, no esperábamos que fuera tan bonita, la verdad. Salimos de la catedral camino al paseo por la orilla del lago. Frente a él, un parque con una explanada enorme de cesped, donde los niños jugaban con los cuervos, alguna persona echaba la siesta y otros simplemente sacaban el perro a pasear. Llegando al lago a Bea se le ocurrió la idea del día; alquilar una barca! Resulta que en Francia no hace falta permiso para llevar una barca a motor en un lago, así que alquilamos una barca con motor de 10CV por el módico precio de 25€ media hora (al menos eso pensábamos, pero al final nos lo pasamos tan bien que estuvimos una hora y fueron 40€).


Tras unas brevísimas lecciones de comportamiento por parte del dueño nos fuimos en barca a recorrer el lago.


Nos dio tiempo a recorrer más de medio lago, haciento el tonto mil veces por el camino, disparando fotos y persiguiendo gaviotas con la barca. Apesadumbrados cuando se nos acababa el tiempo volvimos al embarcadero para devolverla y coger camino a Suiza.




Poco tiempo después estábamos en Suiza, pagando la vignette para las autopistas en la frontera (imposible entrar por esa frontera sin ella, te interceptan, te pasan a junto de unos empleados que te la pegan y te piden 40CHF por ella). El tráfico era muy denso porque era la hora de la gente de ir a currar. Estábamos cansados y nos fuimos a hacer algo de compra para cenar en el hotel por la noche. Así, paramos en un Coop y compramos uno de los miles de panes que tienen (este era de semillas y mezcla de harinas), algo de queso y alguna tontería (como un rallador de queso espectacular de diseño que me regaló Bea). Como siempre curioseamos por el super y compramos lo más especial que vimos, no lo dudéis. Para el postre de esta noche he comprado yogur de ... castañas! Y lo había de café! Grandes sabores que no se como no venden en España.

Salimos del Coop y nos fuimos al hotel. Esta noche toca un hotel en medio del monte, en Gerzensee, cerca de Berna. El hotel es un hotel pensado para seminarios de empresas, pero es genial. Por 170 CHF (que es caro para España pero para Suiza es un hotel de gama media-baja) tenemos una habitación enorme, con wifi, bañera enorme, balcón, kettle.... en fin, lo que uno puede necesitar, y la cama tiene una pinta magnífica!

Mañana dormiremos cerca de Interlaken (en Grindelwald) pero no sabemos que haremos. Dan dos días sin lluvia, así que intentaremos hacer lo típico de la zona, como la ruta de los tres puertos o subir al Jungfrau. La ruta de hoy, aquí.

domingo, 4 de octubre de 2009

Día 2: Bordeaux - Perigueux - Sarlar-la-Canedá - Rocamadour - Riom

Hos nos costó un poquito salir del hotel tras el tute de ayer, y al final salimos a las 10:20, pero con bastantes fuerzas y con un día maravilloso de sol y veintipocos grados. Cogimos la autopista y fuimos siguiendo el garona un buen trecho con ella camino de Perigueux, en medio de la región de Perigord.

Toda esta región del Perigord es conocida básicamente por tres cosas, el foie de oca, las trufas y las nueces. Todo el camino iban recordándote esto, y no había más que carteles al respecto y sitios para comprarlas. Perigueux es una pequeña ciudad con un casco antigüo pegado a la catedral, de calles con casas de piedra casi blanca y tejados de pizarra. Nos dimos una vuelta como siempre, callejeando y comiendo... Nos pasamos por una pastelería y compramos un par de cositas impresionantes. Bea se zampó un macaron relleno con una mouse con fresas enteras. Yo me zampé una tartaleta pero ésta de souflé de manzana. Tras comerlas paseando por el mercado (donde lo principal erá lo ya comentado) nos fuimos a ver la catedral. La catedral de Saint-Front, de estilo bizantino y única en Francia hasta que inspiró al creador del Sagrado Corazón en París, es bastante austera en cuanto a su decoración interior. A nosotros nos gustó sobre todo un retablo gigante tallado en madera. Volvimos al coche y cogimos la carretera camino de Sarlat-la Canedá, reomendación que tengo que agradecer a Fini.

La verdad es que ya el camino a Sarlat mereció la pena en si mismo. A cada paso que dábamos la cosa se ponía más interesante. Pasamos por un monton de merenderitos pegados al río, gente en canoas y divirtiéndose con un domingo en el campo. Lo más impresionanate fue ver salientes de roca caliza y casas pegados a ellos. Mil una señales de cuevas prehistóricas más tarde llegamos a Sarlat. La verdad es que la ciudad vieja impresiona. De hecho es un sitio donde habitualmente se ruedan películas de temática medieval, y la verdad, te imaginas espadachines por en medio de las calles en plena aventura épica. Según aparcamos el coche ya íbamos buscando un sitio para comer. Caminamos un par de calles y curioseamos restaurantes hasta que llegamos a uno que estaba, como muchos, metido un pequeño pasadizo que creaba una placita entre dos calles.
Small Sarlat-la-Canedá corner
Comimos en una terracita. De entrante una sopa de legumbres, de primero unas ensaladas muy ricas (una con magret ahumado y la otra con una masa brick con un queso cremoso dentro como elementos principales). De segundo yo comí un magret de pato delicioso y Bea unas vieiras. Los dos acompañados de verduras en su justo punto y un arroz basmati con semillas de amapola. Por 44€ comimos los dos sin postre, un precio mása que razonable para lo que comimos y el sitio que era.

Nos fuimos a callejear un rato largo, paseando por la catedral, explorando los callejones hasta que, antes de volver al coche, paré a comprar en una tienda de especialidades. Al final me compré lo que venía a buscar, aceite de nueces. ¡Esto va a dar un toque estupendo a las ensaladas, y además es muy muy sano! Cuando vimos que ya se hacía tarde nos fuimos a Rocamadour.

Rocamadour son un monasterio y un castillo saliendo de un peñasco. Segun giras la curva de la carretera por la que fuimos, te encuentras con una vista que te deja sin palabras. Las casas y el monasterio parecen colgando literalmente de la roca. Aparcamos el coche en la aparte baja y nos pusimos a subir el desnivel. Nos dimos un paseito por la calle que sube, llena como no de tiendas de souvenirs, restaurantes y hoteles.

Es quizás lo malo de estos sitios, pero aun así esta zona no es excesivamente turísitica, se ve más turismo interior que extranjero y, al menos, las tiendas de souvenirs están llenas de comida y no de productos made in china! Subimos al monasterio (que por dentro no es gran cosa) y continuamos haasta el castillo en todo lo alto, disfrutando de las vistas.



Cuando comenzó a anochecer cogimos el coche hasta el hotel en Riom, que ha resultado un grandísimo acierto. Pegadito a la autopista (tenemos el acceso a 500m), con una habitacíón medianamente grande, una cama de 1,60, conexión a internet, y hemos pagado 38€. Ace Hotel Riom, para el que le interese. Deseoso estoy de que esta cadena se siga expandiendo.


Mañana toca tute otra vez, espero, si no hay problemas con la wifi, que podamos escribir desde Suiza ya.

PD: La última foto de rocamadour es muy mala porque el sol estaba de frente y no era viable. De todas formas me noto un poco espeso haciendo fotos, a ver si voy cogiendo rodaje estos dias...

La ruta, de nuevo aquí...

Día 1: Coruña - Bordeaux

Poco que contar del día de la salida. Llevábamos toda la semana apurados para preparar maletas, compras de ropa por si vamos a la nieve, divisas, tarjetas, preparar el portátil... y el sábado por la mañana fue un no parar. Bea en el trabajo hasta las dos y yo preparando el coche para la salida. Cuando salió a las dos emprendimos viaje, pero nos acordamos de una cosa en casa cuando ya estábamos saliendo de la ciudad y dimos media vuelta, si es que a veces soy un desastre.

Del camino poco que contar. Al final, en contra de lo que solemos hacer, fuimos por el norte por variar y fue más entretenido, la verdad. Llegamos a nuestro hotel habitual en Bordeaux (el Kyriad Lormont) a eso de las 23:30 y derechitos a la cama, que tanto la comida como la cena las habíamos hecho en marcha y había que descansar para el día siguiente.

La ruta aquí

jueves, 17 de septiembre de 2009

Un nuevo viaje

En poco más de 15 días... ¡de nuevo en la carretera! Llevamos necesitando las vacaciones desesperadamente desde hace tiempo, pero motivos laborales han atrasado hasta principios de octubre las mismas. Ahora ya salimos con varias lecciones aprendidas, como que hay que tener bastante dinero en monedas si uno va a dejar el coche 4 días en un parking que sólo tiene cajas automáticas (en este viaje llevaremos 100€ en monedas por lo que pueda suceder con los parkings belgas).

También estrenamos GPS, un navigon 4350 max del que me han hablado muy muy bien y que espero que responda. El antigüo, un Mio C250 ya sufría el paso de los años y dados los sustos que nos dio dejándonos sin él en determinadas zonas de Francia y lo mal que lo pasamos para encontrar el hotel, decidimos comprar uno nuevo.

Objetivos para este viaje... muy bestias quizás. Pretendemos en tres semanas atravesar Francia por el medio (atravesando Preigueux, Rocamadour, Clemont-Ferrand...) para llegar a Suiza por Ginebra y tomarnos un par de días de descanso en Gstaad. Después, la idea es recorrer los alpes, viendo Sion, el glaciar de Alesch, la ruta de los tres puertos y salir de Suiza por el lago Constanza. Tras salir de Suiza queremos ver la selva negra, el valle del Rhin y del Mosela y Colonia. A continuación pretendemos pasar un par de días en Holanda y ver los diques de abrigo. Dos días en Bélgica para ver Gante y Brujas darán paso a 4 días en Londres (bendito Eurostar). A la vuelta de la aventura londinense, bajaremos Francia pegados a la frontera, primero belga, y luego alemana, para ver Metz, colmar y Estrasburgo. De todas formas, los que hayáis leído este blog, sabréis que todo esto puede cambiar según el clima que nos encontremos. Si hace mal tiempo es probabnle que no nos internemos en los alpes (con mucho dolor para mí) y pasemos más tiempo en Alemania (y vayamos hasta los alpes bábaros o incluso hasta Munich).

Salvo catástrofe, ¡nos vamos!

sábado, 18 de abril de 2009

Semana Santa 2009, día 4 Potes - Cervera del Pisuerega - Puebla de Sanabria - Orense - A Coruña

El domingo arrancamos con dos misiones, volver dando un rodeillo y ¡comer lechazo! Aprovechando la cercanía de Castilla nos propusimos comer en un buen asador un lechazo en un horno de leña. Tras levantarnos, desayunar y despedirnos de la gente de la casa (que majos todos) nos fuimos a la quesería de la que os hablábamos en la entrada del viernes. Subimos hasta ella y llamamos al teléfono que había fuera para que se acercara una señora que se encargaba de vender los quesos. Muy maja ella nos ofreció probar los que quisiéramos. y nos llevamos un buen lote xD Antes de irnos apareció el dueño, llevando unas zuecas muy bonitas con refuerzos de goma. Acabamos hablando de cháchara con él y nos preguntó por el balneario de Guitiriz, al que pensaba ir a la semana siguiente. Le dimos consejos de a donde ir y en agraadecimiento nos regaló un queso. Arrancamos en dirección a Palencia para buscar un buen lechazo.

Nos metimos por una carretera de montaña en dirección a Palencia capital y fuimso llamando a asadores, buscando donde nos dieran lechazo y lechón. Al final lo del lechón no pudo ser en ninguno de los teléfonos que habíamos conseguido, así que decidimos buscar algún sitio donde comer en Cervera del Pisuerga. Por el camino paramos en el mirador del alto del puerto de Piedrasluengas, desde el que se ve un valle lleno de robles.

En Cervera al final acabamos en uno de los asadores a los que habíamos llamado por teléfono que tenía un nombre un poco desafortunado, Asador Gasolina xD. La comida fue acojonante. De entrante unos pimientos del piquillo rellenos de boletus y de segundo Buyo y yo compartimos una cuarto de lechazo D.O. de Castilla León, Bea un entrecot de ternera con salsa de boletus y Rosa unas chuletillas de cordero. Ni que decir tiene que el entrante estaba muy muy rico, pero el lechazo era sublime. El mejor que he tomado nunca, se deshacía en la boca y la piel era crujiente y hacía como capas.

Tras la comida dimos un pedazo de rodeo para ir hasta Puebla de Sanabria, para volver a ver el lago y el pueblo, para enseñárselo a Buyo y Rosa. Tras un camino bastante plácido, salvando los 50 km que tuvimos que compartir con la gente que volvía hacia Madrid, llegamos a Puebla y nos dirigimos a la laguna de los peces, que en esta época suele estar cubierta de una especie de nenúfares.
Last winter's snow
Con el frío que hacía no había nenúfares, pero había nieve y estaba precioso. Paseamos un rato y nos largamos hacia Puebla antes de que se hiciera de noche. Recorrimos el pueblo, que es bastante pequeño y nos detuvimos en una tienda para comprar un poco de cecina D.O. de León, un embutido de jabalí y unos boletus secos (vaya arroz van a dar, viva, viva!)
Exhausted and cold

Arrancamos hacia Orense donde pretendíamos cenar. La verdad es que como no conocemos Orense, tras dar una vuelta en coche y ver todo cerrado acabamos en el centro comercial cenando Buyo y Rosa un kebab y Bea y yo unos helados del Ben & Jerry. Al salir de Orense los carteles y el gps se confabularon para llevarnos a una autopista que estaba sin construir con lo que acabamos dando vueltas hasta que decidimos volver a Orense y coger la nacional hacia Santiago a la espera de ver una conexión con la autopista. A unos doce km la encontramos y acabamos llegando a Coruña bastante cansados a eso de las 2 de la madrugada. Fue un día largo, teniendo en cuenta que un viaje que a la ida fueron 450 Km a la vuelta, con las coñas y con las vueltas en Sanabria nos fuimos a 750 Km. En fin, que hemos vuelto con ganas de más, pero salvo noticia bomba no nos volvemos a ir hasta otoño, donde volveremos a atacar Europa!

EL último día si que hicimos camino, como podéis ver aquí.

Semana Santa 2009, día 3 Potes - Valle de Bedoya - Fuente De - Potes

Conseguimos el sábado levantarnos a desayunar pronto y llegar a tiempo a la ruta guiada por el valle de Bedoya. La nieve había bajado algo mása y el tiempo era similar al día anterior. A la entrada del pueblo desde el que se comenzaba la ruta nos encontramos con las dos guías y con un señor de Bilbao muy majo. Con las guías iba una niña muy simpática que se hizo la ruta sin protestar nada. Aparecieron justo antes de salir un señor que se paraba a mirar cada brizna de hierba que salía en las orillas y que enlentencía un poco la caminata y dos chicos que parecían que no sabían muy bien donde se metían yendo por un monte lleno de barro con deportivas blancas. Estuvimos cuatro horas de caminata monte arriba monte abajo, viendo muy buenas vistas desde justo enfrente de por donde habíamos estado el día anterior.

Por el camino vimos un corzo a unos 100-150 metros, que en cuanto nos vio, se nos quedó mirando unos segundos y escapó. Vimos también a un pájaro carpintero, y los oímos unas cuantas veces más.
Cherry blossom
Nos cruzamos con unos señores del pueblo muy majos, que nos echaron una mano con un caballo con muy mala hostia que se había adueñado del camino. Bea trató de hacerse amigo de ella con una manzana, pero no consiguió convencerlo. Acabamos la ruta con barro hasta la rodilla y nos fuimos a la casa a comer en el restaurante que tienen los dueños al lado. Nos cambiamos y comimos, tenían todos antojo de cocido lebaniego, así que lo cumplieron. La verdad es que no se da mucho la innovación culinaria por esta zona, en casi todos los restaurantes hay cordero, cocido lebaniego, rabas de calamar, puntillas de calamar, bocarte, anchoas, chuleta, entrecot, solomillo y algún que otro pescado, casi siempre a la plancha. Eso sí, la calidad de los ingredientes suele ser muy muy buena. Comieron los demás el cocido y yo me zampé un trozo de pierna de cordero muy rico. El cocido lebaniego consiste en una sopa y un segundo plato con garbanzos castellanos más pequeños y que quedan muy tiernos, repollo y un poco de carne de ternera, chorizo y una masa de huevo, miga y panceta. Después la opípara comida partimos a ver un par de monumentos religiosos de la zona.

En teoría íbamos a ver el monasterio de Santo Toribio de Liébana, pero como soy un poco choco miré mal en casa y partimos en direcció a otroa iglesia mítica de la zona, Santa María de Lebeña, que es una iglesia mozárabe muy maja, y aunque no la hemos visto por dentro, por fuera no merece quedarse mucho tiempo.
Strong roots
Dimos la vuelta y nos dirigimos al monasterio, famoso porque tiene una cruz que se supone contiene un pedazo de la cruz donde se crucificó a cristo. Dicen que si se juntan todos los supestos trozos de la cruz tendría que ser grande como un mundo, pero allá cada cual con sus creencias. El monasterio a nivel arquitectura exterior me pareció bastante normalito. El claustro era muy muy cutre, pero la iglesia por dentro era maja. Había un sitio por el que pasabas y te dejaban tocar el trozo de madera y había un monje que la limpiaba tras cada persona que la tocaba. A continuación otro te daba una estampita. Todo muy sórdido. Arrancamos hacia Fuente De sin mucha convicción de poder subir porque las nubes estaban muy bajas y pensamos que habría mucha niebla. De hecho nos habíamos dejado las botas y los pantalones de monte secando en la casa.

Tras casi veinte km llegamos a Fuente De. Para los que no lo conozcáis es un mirador, que es un borde del parque nacional de los picos de europa, al que se puede subir en un teleférico que sube un desnivel , a pico, de ochocientos metros. Al llegar nos pareció que había mucha niebla arriba pero al poco despejo, además desde la taquilla se veía una webcam arriba en la que se veía despejado. Así pues, tras pagar 14€ por el viaje ida y vuelta del funicular, escuchar una advertencia de que arriba hacía mucho frío y de que teníamos que esperar 35 minutos para subir, ascendimos, superando todos nuestros miedos a estar a 800 m colgando. Arriba, el paraiso.
Cold in my hands
Unas vistas acojonantes y nieve que en algunas zonas nos llegaba a la rodilla. Hicimos el cafre en la nieve lo que quisimos y más. Nos tiramos bolas de nieve, corrimos, y para mayor cafrada Bea y yo bajamos una pendiente. Yo a rolos y Bea usando mi funda de la mochila de la cámara bajo el culo.
A giant leap
Tras hacer mil fotos y pasar un par de horas bajamos ya de vuelta. Buscamos dónde cenar y, recordando algún sitio que me había contado Roberto, acabamos reservando sitio apra cenar en un mesón al borde de la carretera cerca de Potes. Volvimos antes a la casa para que Buyo se cambiase las deportivas que había subido a la nieve y que tenía encharcadas. Antes de cenar volvimos a Potes a hacer compras de "recuerdos". Cayeron unas cuantas quesadas, unos sobaos, unos garbanzos... Todo comida, por supuesto.

La cena, cojonuda la verdad. Croquetas caseras ricas de entrante, Bea se tomó un solomillo de ternera, Buyo y yo lomo de cerdo adobado con queso y manzana rebozado y Rosa huevos con chorizo y patatas. De postre una tarta de manzana brutal y bea una mousse de chocolate con mucho sabor. Ademása, tirado de precio, que maravilla! Nos fuimos a la casa y nos echamos una partidilla de tute y para cama, que teníamos un largo camino de vuelta el domingo.

La ruta, cortita, aquí.

viernes, 17 de abril de 2009

Semana Santa 2009, día 2 Potes - El Soplao - Comillas - Potes

El viernes nos levantamos medianamente pronto para nuestro primer desayuno en la casa y vimos la nieve más cerca que el día anterior. Amenazaba algo de agua, pero nada muy grave, si no el típico tiempo primaveral inestable. No estuvo mal el desayuno pero sin ser deslumbrante. En general se echaba de menos algo salado, y al pedirlo Rosa, le fuerona buscar al restaurante un plato de jamón serrano, un buen detalle, pero parecía un poco dar el coñazo. En general al sentarte te ofrecían un café/te con un vaso de zumo de naranja natural. En la mesa había pan, una tostador, mermelada, mantequilla y algunos productos típicos como sobaos o corbatas de unquera. Al acabar de desayunar nos fuimos a hablar con la chica de la oficina de información turística, que nos estuvo contando que podíamos hacer. Entre las opciones nos llamó la atención el servicio de guías gratuito que ofrece la comunidad de Cantabria en sus zonas protegidas, fuera del parque nacional, pero ya no llegábamos al del viernes, así que lo dejmaos para el sábado. Preguntamos por rutas para hacer y nos decidimos por una que no quedaba muy lejos y que empezaba cerca de una quesería, ñam ñam.


Arrancamos con la ropa preparada para un poco de agua y al final pasamos de parar en la quesería y lo dejamos para más tarde. Nada más arrancar a caminar pasamos del sendero que nos habían comentaado y nos acercamos por otro a una peña que había relativamente cerca desde la que ver el desfiladero por el que el día anterior habíamos pasado en coche.

Por el camino, nos fueron acechando un grupo cada vez más numeroso de buitres leonados, impresionantes en tamaño. Vimos algunos restos de huesos de cabras por aquella zona, que supongo habrían dejado los buitres. La vista del desfiladero era impresionante, y la apeña a la que nos acercamos caía a pico hacia él.
Climbing down


Dimos vuelta y comenzamos el camino por el sendero, que iba desde Prendes hasta Cabañes, dos pequeños pueblos/aldeas (por esta zona el concepto de aldea es mucho más pequeño que en Galicia, aquí a estasa cosas les llaman pueblos, peor la verdad es que eran 15 casas a lo sumo). En la ruta nos perdimos un par de veces por la mala señalización de algunos cruces, pero fue hasta divertido ya que la dificultad de la zona no era muy grande. Cruzamos un par de veces unos pequeños ríos por unas rocas que resbalaban mucho y nos mojamos algo las botas y los calcetines. Pasamos por mucho barro también, pero al final llegamos. Una vez en el pueblo nos planteamos subir hasta Bejes, a 6 Km de cuesta dura y empinada, para ver las cuevas en las que se hace el queso picón, pero a medio camino desistimos, principalmente porque vimos que eran casi las tres de la tarde, teníamos casi dos kilómetros de descenso hasta el coche y a las siete teníamos las entradas de la cueva del Soplao. Así pues, comimos sobre unas rocas viendo los valles y en una zona bastante expuesta al viento, para bajar hasta el coche e ir hasta la casa rural para pegarnos una ducha antes de bajar a la cueva.

Pote's valleyTras una hora de coche, llegamos a la cueva, aunque más bien parecía una estación de bus o de tren. Al llegar nos dimos cuenta de que menos mal que habíamos comprado las entradas por internet, ya que nos encontramos a un conocido de Ferrol y nos dijo que habían comprado la entrada a las seis y tenían vez para el grupo de las nueve. Nosotros llegamos a las siete menos cuarto y a las siete estábamos entrando. Para entrar a la cueva te subes en un tren minero y avanzas 400 metros por un túnel antes de ver una cueva impresionante, con un montón de estalactitas de mil formas y todas muy muy blancas. La pena de la ruta por la cueva es que es muy muy frío e impersonal. Los grupos son grandes y no te dejan casi tiempo para pararte a ver las cosas. La guía parecía una maestra de escuela que se hubiera aprendido un rollo que soltaba una y otra vez, como si estuviera hastiada. Tras el recuerdo de la cueva de la montaña negra de Carcassone, vimos una cueva mejor pero no fue tan divertido. Salimos de allí y nos fuimos hasta Comillas.

El camino a Comillas fue tortuoso, ya que la carretera corta estaba cerrada y tuvimos que dar unos 20 Km de vuelta. Al llegar fuimos a ver el Capricho de Gaudí, un palacete construido por Gaudí que es precioso, tanto el edificio como la torre que tiene adyacente. No es muy grande pero estaba lleno de detalles. Yo me acordaba de cuando fui hace quince años con mis padres de que era un restaurante, y al parecer, lo habían reinaugurado hace poco. Vimos la carta fuera y decidimos hacer el guiri y comer dentro del restaurante para ver lo que es comer dentro de un edificio así. Por dentro las paredes estaban cubiertas de caligrafía japonesa, que supuestamente representan "Platero y Yo", algo curioso pero la verdad es que era bonito. La cena en general bien, la comida muy rica. De entrante cayó una terrina de foie. Pedimos de segundo unos lomos de venado con puré de castañas, una lubina y un rape. De postre cayeron unos pasteles de chocolate y un biscuit helado. En general la cocina muy bien pero tenía detalles cutres para un restaurante de su precio, que son pijadas, pero que suelen venir acompañando ese tipo de restaurantes, como que te recojan las migas antes del postre, que las copas no sean cutres, que el mantel y las servilletas sean de hilo o que el baño no sea cutre y anticuado. De todas formas salimos satisfechos a dar una avuelta por Comillas de noche. Dimos un pequeño paseo y nos volvimos a Potes, de vuelta por el desfiladero por el medio y medio de la carretera, orillando sólo cuando veíamos luces de coches en sentido contrario. Llegamos ya cerca de la una, así que nos fuimos a dormir que al día siguiente queríamos ir de caminata con las guías.

La ruta aquí, como siempre.

miércoles, 15 de abril de 2009

Semana Santa 2009, día 1 A Coruña - Potes

Este año nos quedamos medianamente cerca en Semana Santa, y nos fuimos con Buyo y Rosa a Potes, en el interior de Cantabria. Conseguimos salir por la mañana a eso de las 10:30 y tiramos millas por el norte. En el camino vimos muchísimo tráfico hacia Galicia, con muchos atascos. ¡Llegamos a pensar que nos estábamos perdiendo algo! En nuestro sentido había tráfico pero era fluído, ir en "caravana" a 90 Km/h no es demasiado coñazo. Antes de entrar hacia el interior nos quedamos a comer en San Vicente de la Barquera, dónde paseamos un rato y picamos en una sidrería unas anchoas, unos calamares y unas patatitas, no sin antes dejar el coche en el quinto culo ya que estaba a reventar de turistas. El pueblo no es gran cosa, pero la bahía es muy bonita.

Nada más salir de San Vicente después del paseillo la carretera cambia repentinamente al acercarse al interior, dónde se estrecha y se mete en un desfiladero. Allí la carretera va pegadita al río y a las rocas del borde, habiendo varios puentes por donde no caben dos noches a la vez. Al cabo de 30 Km de repente se abre en un valle rodeado de montañas a cada cual más alta, y en el centro del valle se encuentra Potes. La casa rural a la que íbamos, El Corcal de Liébana, estaba en Tama, muy cerquita. Entramos en la casa y la verdad, las fotos no engañaban. Es muy nueva y las habitaciones están muy cuidadas y se ve el cariño puesto en la decoración. Las dos que cogimos tenían balcón (bueno, la de ellos tenía tres balcones) con una mesa de madera y dos sillas para sentarse a disfrutar del solete (o más bien estos días, de la rasca que hacía). Dejamos las cosas y nos fuimos a Potes.
Potes es un pueblecito de casas de piedra y lleno de tiendas para esquilmar a los turistas. Eso sí, las tiendas están llenas de productos locales que merecen mucho la pena, aquí los souvenirs son, como norma general, cosas de comer muy sabrosas. Sobaos locales (que maravilla, nada que ver con los que compras en un super aquí), galletas diversas, embutidos, quesos, garbanzos... Dimos una vuelta y nos fuimos a cenar prontito, que al día siguiente tocaba ir de paseo por ahí. Acabamos en un restaurante comiendo unas croquetillas, un pastel de atún y queso picón (un queso azul suave que hacen en las cuevas de la zona, la versión cántabra del cabrales) y de segundo yo cometí el fallo de comer lengua de ternera, que estab regada de tomate frito solís. Buyo y Bea tomaron un solomillo de cerdo metido en un hojaldre con queso y bacon, que estaba muy tico. Rosa le dió a una trucha.
Potes lonelyness

Acabamos de cenra y dimos otra pequeña vuelta antes de volver a la casa. Al llegar nos dedicamos a buscar en internet información sobre que hacer al día siguiente, y decidimos hacer la compra por internet de las entradas de la cueva del Soplao, viendo que había muy pocas disponibles. A la una estábamos en la cama, dispuestos a caminar el día siguiente.

La ruta, facililla, aquí.