El día de nuevo amaneció gris y frío (3ºC), con rayos de sol atravesando las nubes. Desayunamos y nos fuimos, que a Bea le apetecía mucho ir a un pueblo llamado Metzinger donde hay establecidas un montón de outlets de marcas conocidas. Por el camino comenzó a llover bastante aunque cuando llegamos paró un rato. Comenzamos a caminar buscando alguna cosa interesante pero, al final, tras dos horas, no encontramos nada. Había descuentazos, pero en marcas demasiado elitistas.
Arracamos a eso de las 12:30 hacia Tübingen. Según llegamos ya vimos bicis y más bicis de los estudiantes de la ciudad (25000 estudiantes en una ciudad de 80.000 habitantes, al estilo de Santiago de Compostela, vamos). Como andamos sin portátil preguntamos en información turísitica or un "internet café" y resulta que había uno a pocas manzanas. Así que fuimos derechos y en menos de una hora encontramos un par de hoteles para estos días. Nos fuimos a pasear por el casco antigüo, paseando entre calles llenas de edificios antigüos de entramados de madera, muchos de ellos con tiendas con comida para llevar y otras tantas de ropa. Bea lleva desde que salimos buscando unos zapatos y siempre que encuentra unos que le gustan no hay su talla. A ver si conseguimos algo estos días!
Seguimos paseando y acabamos en una tienda de sombreros donde Bea encuentró uno que le gusta, después de probarse toda la tienda. Por el camino nos comimos un par de strudels, yo uno de queso feta y espinacas, y Bea uno de algo que no llegamos a saber que era y que estaba buenísimo. Antes de irnos nos pasamos por la catedral, que estaba en obras y no se podían ver de cerca las tumbas, majestuosas ellas y rodeadas de estatuas. Sólo se podían, por desgracia, observar através de un cristal. Salimos de la catedral y nos perdimos un poco al equivocarnos en un cruce de calles. Nos dimos cuenta rápidamente y encontramos sin más problemas el coche. Como se hacía tarde para ir a Heidelberg, siguiente parada en la ruta prevista, decidimos ir directos a Trier, pero parando antes en la fábrica de Ritter Sport, la marca de chocolate más famosa de Alemania. Sabíamos que había una tienda en ella y nos aprovisionamos de mucho chocolate para el viaje. Por lo demás el resto del día fue autopista tras autopista, con alguna zona sin límites de velocidad, pero muchas otras con zonas de 80, 100, 120 o 130. En Alemania en la autopistas realmente las zonas sin límite sólo son aquellas con mucha visibilidad y sin mucha concentración de tráfico de manera habitual y con pocas incorporaciones. En cuanto te acercas un mínimo a un núcleo de población medianamente grande se a reduciendo progresivamente la velocidad, y en plena circunvalación la velocidad máxima es sólo 80. La ruta, de nuevo aquí.
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