Hoy al levantarnos hacía sol y 9ºC, así que bajamos a desayunar y nos abrigamos bien para dar una vuelta por Trier, aprovechando que el hotel estaba a 50m de la "Porta Nigra", la puerta de la muralla romana que hay en la ciudad desde el II. Salimos del hotel a eso de las 10 y había muchísima gente en excursiones organizadas, desde niños en excursiones del colegio hasta adultos con touroperadores. Callejeamos un poco hasta dar con la catedral y entramos. Dentro la cosa estaba bastante bien sobre todo, de nuevo, las múltiples tumbas de gente poderosa, en este caso básicamente los diversos obispos de Trier. El órgano era realmente precioso y las pinturas que adornaban la catedral eran, como acostumbran las catedrales de la zona, fabulosas. No son tanto catedrales de grandes retablos como las españolas o las francesas, si no más bien adornadas por pinturas. Nos pareció muy curioso que la entrada de la catedral, en vez de las típicas puertas de madera negras o marrones laterales que se cierran solas con una bisagra, eran grandes puertas acristaladas de apertura automática (en plan centro comercial). Continuamos caminando viendo a gran cantidad de gente de compras por todos lados (no sabemos de que viven en este país, pero todos los días de la semana y a todas horas hay un huevo de gente de compras por la calle, niños incluidos) y buscando zapatos hasta la plaza principal donde había un mercado de plantas y encontramos una iglesia con un torre muy alta que sobresalía entre los edificios. Buscamos una entrada que estaba un poco escondida y entramos en la iglesia, que tenía el techo pintado y el altar tenía una pintura de estilo bizantino acojonante.
Salimos de Trier camino del valle del Mosel (Moseltal) , un afluente del Rhein (estoy poniendo los nombres alemanes de todo porque hay cosas que no se traducir, aunque Rhin, obviamente sí xD). La idea es recorrerlo por una carretera que va paralela a él para ver sus pueblos y probar sus vinos, afamados Riesling. Cada poco tiempo había carteles de "wheinproben" y en esta zona todavía veíamos gente vendimiando a mediados de octubre. Paramos a comer a eso de las 14:00 en un pueblo y nos comimos una salchicha y una especie de hamburguesa que era una especialidad local. Hicimos unas compras de vino en una bodega local tras probar varios de los vinos que el señor tenía y compramos el postre en una pastelería. Las pastelerías en Alemania son la leche. Trozos de tarta enormes (el nuestro fácilmente pesaba 200gr) muy baratos (1,90€). Eso sí, el 90% de las tartas están cargadas de nata...
Continuamos por el Mosel camino del Burg Eltz, un castillo que está bastante escondido y que lleva desde el s XII siendo inespugnable, básicamente debido a las dotes negociadoras de la familia propietaria y a sus múltiples influencias en unos y otros bandos. Recorrimos el castillo (poco se podía ver porque está en reformas). Vimos un museo con joyas y armas de los propietarios y, estando dentro, me di cuenta de que no había reservado hotel para esta noche (con las prisas y el viaje ya no sabemos ni en que día vivimos). Así que, tonto de mi, que por culpa de esto ya no nos da tiempo a ir a ver el gran dique de abrigo de Holanda, que me hacía bastante ilusión. En fin, gracias a la inestimable ayuda de Rosa que nos encontró un hotel muy majo en Koblentz.
Aprovechamos la situación y nos fuimos a hacer un pequeño recorrido por el valle del Rhein (Rheintal), que está jalonado por decenas de castillos. Recorrimos una parte, ya anocheciendo, y a Bea le hacía ilusión cruzar el río en transbordador (sólo hay un puente en 80 km de valle, y los ciudadanos y los ecologistas se oponen a hacer más), así que lo hicimos. Tras hacerse ya tarde para cenar (eran ya las 20:30, que tarde! xD), buscamos dónde cenar y acabamos tomando yo un guiso de jabalí y Bea un solomillo de cerdo mientras mirábamos al río. Después, nos cercioramos de que Koblentz no nos gustaba tras un recorrido en coche y mañana iremos de ciudades alemanas. La ruta, aproximada, aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario