sábado, 24 de octubre de 2009

Día 21: Müllheim - Freiburg - Lyon - Valence

Hoy nos levantanos y llovía a cántaros. Menos mal que las previsiones decían que sólo iba a llover por esta parte y que lo gordo del día que sería cruzar hacia el sur estaría acompañado de mejor tiempo. Así que nada, bajamos a desayunar y salimos del hotel con dirección a Freiburg, la que podría considerarse la capital de la selva negra por tamaño y situación. La idea no era realmente verla, por falta de tiempo, si no hacer una pequeña compra en Alemania para llevar de vuelta a casa. Ya sabés, cosas básicas como fiambre, galletas o cerveza. El problema y lo que nos retrasó fue el hecho de que en el gps los supermercados que nos venían eran supermercados descuento, muy populares en Alemenaia y que entre ellos cuentan con el lidl. No es mala cosa para el día a día, pero cuando uno quiere cosas particulares no es interesante. Así que dimos vueltas, cosa que nos valió para ver la ciudad un poco por encima y, al fin, dimos con un super. Cargamos el coche más de esos productos básicos que mencionaba y partimos camino de Suiza, ya que teníamos francos suizos que gastar en más... productos básicos!

Así pues, volvimos a atravesar Suiza por el interior. Decidimos parar en Yverdon-les-bains a hacer la compra, esta vez en un Migros. Gastamos los francos suizos que teníamos básicamente en cecinas varias (en Suiza hay mil tipos de ellas y todas riquísimas y sin nada de grasa), quesos y poco más. Bueno, compramos para el viaje una bebida muy extraña de hierbas suizas y para nada más dieron los francos. Así que nada, cogimos más carretera y a media tarde llegamos a Lyon.

La primera impresión que tuvimos es que es otra ciudad en la que es un cristo entrar con el coche. La gente va mangada, hay bicis que pasan de todo y unos atascos de narices. Eso sí, mucho mejor que Estrasburgo, que era un infierno. En fin, que aparcamos al lado de correos, en el centro (1er arrondisment) y nos pusimos a pasear sin conocer la ciudad.


En primer lugar cogimos una calle comercial que atravesaba el barrio en dirección a una estación. Por el camino terminé mi compra de vinos con un Medoc y un Borgoña de la Côte-D'or que encontré en una tienda. Cuando llegamos al final de la calle había unos puestos de productores locales con cosas con muy buena pinta, pero al final no compramos nada. Seguimos paseando, esta vez en dirección a la catedral y curzamos el Saona caminando por su orilla hasta llegar a ella, siendo observados por un bello edificio desde lo alto de la montaña.

Esperábamos encontrarla cerrada pero había misa y estaba abierta. Entramos corriendo  y, al menos, pudimos verla aunque no se podía pasear.

Saliendo de la catedral paseamos por el viejo Lyon entre cafés y restaurantes que ofrecían productos típicos de la ciudad (cosas como pies de cerdo o salchichas de estómago). Cuando nos cansamos cruzamos el río hacia el centro otra vez y acabamos en un restaurante cenando en una terraza. La cena no estuvo mal a nivel culinario, pero fue un desastre a nivel servicio. Tardaron, literalmente, media hora entre el primero y el segundo. De primero Bea tomó un cocktail de gambas y yo un salmón marinado con eneldo. De segundo Bea tomó un filet mignon y yo una salchcicha lyonesa llamada Andoullette, que sabía como a una mezcla de lacón y oreja y que dentro la carne no estaba picada, si no que había trozos grandes. Un poco enfadados nos fuimos hacia el coche y hoy dormimos en Valence, para mañana poder tocar el mediterráneo antes de dormir en Pau camino ya de España. La ruta, aquí.

1 comentario:

Alex Martinez dijo...

No pasaste por Grénoble? Hmmm, no sé si te lo recomendé, pero ahora ya es demasiado tarde XD