Así pues, volvimos a atravesar Suiza por el interior. Decidimos parar en Yverdon-les-bains a hacer la compra, esta vez en un Migros. Gastamos los francos suizos que teníamos básicamente en cecinas varias (en Suiza hay mil tipos de ellas y todas riquísimas y sin nada de grasa), quesos y poco más. Bueno, compramos para el viaje una bebida muy extraña de hierbas suizas y para nada más dieron los francos. Así que nada, cogimos más carretera y a media tarde llegamos a Lyon.
La primera impresión que tuvimos es que es otra ciudad en la que es un cristo entrar con el coche. La gente va mangada, hay bicis que pasan de todo y unos atascos de narices. Eso sí, mucho mejor que Estrasburgo, que era un infierno. En fin, que aparcamos al lado de correos, en el centro (1er arrondisment) y nos pusimos a pasear sin conocer la ciudad.
Esperábamos encontrarla cerrada pero había misa y estaba abierta. Entramos corriendo y, al menos, pudimos verla aunque no se podía pasear.
Saliendo de la catedral paseamos por el viejo Lyon entre cafés y restaurantes que ofrecían productos típicos de la ciudad (cosas como pies de cerdo o salchichas de estómago). Cuando nos cansamos cruzamos el río hacia el centro otra vez y acabamos en un restaurante cenando en una terraza. La cena no estuvo mal a nivel culinario, pero fue un desastre a nivel servicio. Tardaron, literalmente, media hora entre el primero y el segundo. De primero Bea tomó un cocktail de gambas y yo un salmón marinado con eneldo. De segundo Bea tomó un filet mignon y yo una salchcicha lyonesa llamada Andoullette, que sabía como a una mezcla de lacón y oreja y que dentro la carne no estaba picada, si no que había trozos grandes. Un poco enfadados nos fuimos hacia el coche y hoy dormimos en Valence, para mañana poder tocar el mediterráneo antes de dormir en Pau camino ya de España. La ruta, aquí.
1 comentario:
No pasaste por Grénoble? Hmmm, no sé si te lo recomendé, pero ahora ya es demasiado tarde XD
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