domingo, 25 de octubre de 2009

Día 22: Valence - Pont Du Gard - Nimes - Aigues Mortes - Gruissan - Pau

Vaya día el de hoy. Segun nos levantamos vemos que hace un pedazo de día y 20ºC, un lujazo de día de sol que parecía un bonito día de Junio. Salimos de hotel en las afueras de Valence hacia el sur, al mediterráneo, y como nosotros, otras mil personas. La autopista estaba atestada de gente que se dirigía al campo y a la costa, y especialmente lo que más vimos fueron bicis colgadas de la parte de atras de los coches. Así que carretera abajo, con Bea repasando la guía de Francia, acabamos en el Pont Du Gard.

El Pont Du Gard es un acueducto romano, del que solo queda una parte, y que en su día fue mucho más grande. Sa sabe que cada kilómetro sólo tenía 34cm de pendiente para hacer que el agua corriesa. A día de hoy en acueducto sólo mide unos 150 metros, pero sigue siendo impresionante él y el paraje que lo rodea, de piedra blanca caracterísitca de esta zona, el río cargado de vida, los bosques de arbustos...

Tras aparcar (que sepáis que te cascan 5€ por aparcar estés el tiempo que estés) nos fuimos a pasear un rato, al solete, viendo el puente que hay debajo del acueducto, los bonitos edificios de las orillas, y acercándonos al río ue estaba lleno de alevines luchando con la corriente. En fin, un sitio muy bonito por el que hay decenas de rutas para pasear si se viene con tiempo.

Desde allí nos dirigimos a Nimes, ciudad que fue muy importante en época romana y dónde una de sus cosas más famosas es la todavía conservada mansión del emperador Augusto. Nada más llegar la ciudad decepciona y parece bastante fea. Cuando dimos con la zona la cosa cambia aunque hubo, por primera vez en el viaje, disparidad de criterios.

A Bea le gustó bastante callejear por el centro, por sus calles peatonales entre casas estrechas, su canal y el parque que lo rodea y las placitas de la zona. A mi me parece una ciudad que tiene dos calles bonitas y el resto feo, así que no me parece gran cosa. Así que paramos a comprar algo en un pastelería (un par de quiches lorraine) para ir comiendo e hicimos una compra de macarrons para llevarnos a Coruña, que todavía no habíamos comprado.

Salimos de Nimes en dirección a Aigues Mortes, en la Camarga. La Camarga es una zona de canales y humedales famosa en Francia por la sal de sus salinas, por sus toros y caballos, y por los flamencos rosas. Llegamos al pueblo, fuertemente fortificado porque, aunque no está en la costa,  tiene canales que llevan a ella y por ello fue, originariamente, el principal puerto del mediterráneo. De hecho la gente partía desde él a las cruzadas. Nada más llegar nos dirigimos al puerto  a coger un barco que nos llevaba por los canales.

La ruta era de dos horas y costaba 10€, así que nos tiranos a la piscina y nos metimos en él. La verdad es que la cosa no estuvo mal, pero una vez metidos en el barco nos dimos cuenta que muchas de las cosas que veíamos desde él se podían ver en coche, así que fue un poco pérdida de tiempo y un poco largo. La primera hora u hora y cuarto nos lo pasamos bastante bien viendo toros y flamencos, el resto del tiempo fue aburido.

En fin, que nos bajamos del barco y nos fuimos a pasear algo por el pueblo y, sin ser la leche, si que mola pasear por sus calles. Bea se compró un crepe de nutella para merendar y yo me pasee por las tiendas de cosas de la zona y acabé comprando un poco de arroz negro con muy buena pinta. El pueblo estaba en fuiestas y se veía gente con la cara pintada y casetas de feria, pero con lo que no contábamos fue conque estaban poniendo vallas de encierro. Así que, como se nos hacía tarde nos dirgimos al coche con intención de tocar el mediterráneo a tocar el mar. Cuando salíamos, de repente, de una de las puertas traseras del pueblo vemos como sale un toro y tropieza con un coche de la carretera haciendole un buen bollo en la puerta y como sale detrás de él un tipo a caballo con una vara, vaya susto nos llevamos! Rodeamos el pueblo, con algo de miedo por aquello de que nos fastidien el coche y tengamos que lidiar con los franceses y nos fuimos a la costa cercana a tocar el agua en la playa. Por el camino paramos al borde de la carrtera a ver cerca los flamencos rosas. Son la leche de bonitos, la verdad.



La verdad es que se estaba muy muy bien. Hacía todavía algo de calor, el agua estaba templada y la puesta de sol era preciosa . Nos reíamos al acordarnos que era sábado y que el martes habíanos estado en una playa del mar del norte. Paseamos un poco por la orilla y fuimos al coche que era ya tardísimo. Y vaya si era tarde, yo pensaba que estábamos más cerca de Pau y resulta que todavía nos faltaban 400 km y ya eran las siete de la tarde y nos quedaban cosas por hacer.


En fin, menos mal que uno es duro conduciendo, porque si no íbanos de cachas. Así que arrancamos hacia Pau con intención de parar en un supermercado a hacer nuestra última compra de comida francesa y cargar el coche de "productos básicos".

Asá que, anocheciendo ya, con una puesta de sol naranja preciosa, paramos en Narbonne en un carrefour a cargar el carro. Cuando acabamos de compra dijimos (bueno, más bien dije yo que soy el goloso), y si nos vamos a cenar a la costa? Así que nada, de perdidos al río, cogimos el GPS, le pusimos que buscase restaurantes de pescado y cuando vimos 5 juntos y vimos que era la costa, allí nos fuimos a hacer el guiri. Llegamos a un pueblo, con un puerto deportivo muy chulo y resguardado y con muchos restaurantes, aunque muchísimos estaban cerrados. Eran ya las nueve y media y temimos que no nos dieran de cenar, pero no hubo problemas. Terminamos cenando muy  muy bien. Bea se tomó una terrine de vieira de primero y unos choquitos a la parrilla (los más ricos de esa forma que he tomado en mi vida) con unas verduritas de acompañamiento. De postre una tartaleta de nerengue con crema que era la leche. Yo comí de primero diez ostras (5 de una clase y 5 de otra) que venían acompañadas de pan de molde oscuro, limón y vinagre de vino con chalotas, que la verdad estaba muy bien como alternativa al limón. De segundo tomé un filete de salmonete y otro de loup de mer acompañados de una ontañita de tomates con cebolla bien pochados y otra de calabacín y calabaza. De pre-postre un poco de queso blanco no identificado que estaba riquísimo y de postre un tiramisú. Llenos como ceporros nos dirigimos al coche a hacer 350 km a las 11 de la noche. Eso se llama exprimir las vacaciones! En fin, que llegamos a Pau a eso de las 2 y media, menos mal que esta noche nos dan un hora más de sueño. Mañana llegaremos cuando lleguemos a Coruña y va a dar risa vernos bajar todo lo que tenemos en el maletero. La ruta, aqui

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