martes, 20 de octubre de 2009

Día 17: London - Brussels

Hoy nos levantamos con un imposible, hacer en menos de un día (el tren partía a las 18:30 así que a las 18:00 había que estar en la estación) lo que no habíamos podido hacer en los otros tres. Sabiendo que no era factible, tratamos de acabar con las compras y visitar algo por el camino. Desayunamos por última vez en el hotel (The Kingsley, reservado mediante voayage privee, altamente recomendable) y charlamos algo con una camarera española que nos dijo que había ido de vacaciones a Londres y poco después se vino a trabajar. Y es que Londres engancha mucho!

Partimos pues con intención de ir hacia Knightsbridge para que Bea viera si encontraba los zapatos Ecco perdidos que había visto en Alemania. También teníamos intención de ir a Harrods porque andábamos buscando una maleta que sustituyera a nuestro trolley heredado que está muy muy hecho polvo. Así pues, cogimos el metro y nos plantamos en Knightbridge a eso de las 10:30, tras dejar las maletas en la consigna del hotel. Tras bajarnos Bea vio otra tienda Kipling y entró a curiosear los precios y, con las coñas, acabamos llevándonos una maleta muy chula y no muy cara. Pasamos por la tienda Ecco y no había los zapatos que buscaba Bea, ni la talla de los que quería yo, así que nos fuimos a dar un paseo por Hyde Park.

La verdad es que el parque acojona de lo grande y bonito que es, y más en otoño, con los árboles con las hojas de color dorado que caen suavemente y son arrastradas por el viento. Paseamos un ratillo y Bea estuvo jugando con las ardillas bajo un árbol dándoles unos pistachos que habíamos traído, son tan majas!. Después paseamos hasta el estanque del parque donde, esta vez, se pegó con unos patos.



Paseamos por el parque para ir a hacer unos recados en Oxford Street y luego cruzamos Mayfair para ver donde viven los ricos y poderosos, amén de mil oficinas y tiendas de cosas de lujo y pasamos por delante de la embajada americana, blindada a más no poder. Tras curiosear por Selfridges (unos grandes almacenes muy majos donde curioseamos un libro de casas construidas en árboles que eran un alucine) bajamos por Bond Street viendo los escaparates de las tiendas de los diseñadores más famosos (y caros) del mundo. Tras eso, ración de joyas carísimas en los escapartes acercándonos ya a Picadilly Street. Allí, otro de los objetivos del día, Fortnum & Manson, una tienda de delicatessens. Hicimos unas compras allí y bajamos a PIcadilly Circus a que Bea pudiera hacer compras en Lillywhites. Tras entrar entre la marabunta de gente consiguió llegar a la planta de mujer, donde no encontró nada, pero dentro de ella había un apartado subiendo unas escaleras que llevaba a una parte de outdoor. Allí encontró una ropa térmica neozelandesa de lana de merino ultracara y super rebajada. La ropa es la leche, hasta te viene un código de tracking para que busques en su web y te digan de que rebaño de ovejas viene la lana de tu ropa! La marca se llama Icebreaker. Tras eso nos fuimos a una tienda de comida japonesa llamada Japan Centre, que en Denodo se conoce bien ya que hicimos una vez un pedido enorme que cuando llegó parecía que era navidad. Allí hicimos también alguna compra y decidimos que era tarde y comimos allí.

Para comer decidimos tomar un par de tazones de ramen, con fideos udon (el de Bea de cerdo y el mio de calamares y gambas). De postre unos pasteles japoneses de arroz glutinoso llamados Mochis, uno de ellos de fresa y el otro de te verde. De bebida cogimos en el super una bebida hecha con leche y melón ruiquísima. Tras comer en muy poco tiempo, ya que era muy tarde, fuimos al último destino del día, Forbidden Planet, tienda freak por excelencia de Londres. Allí compré unas cuantas cosas y ya salimos corriendo hacia el hotel a recoger las maletas.

Por lo demás poco que contar, continué leyendo en el tren el libro que me dejó Fini (La guerra del vino) que me está resultando muy muy interesante y que va a hacer que acabe parando en alguna que otra bodega por el camino de vuelta. Por otro lado decir que nos da nucha pena cada vez que nos vamos de Londres. A mi es una ciudad que me encanta y que me transmite mucha energía positiva. Ya no es solo la cantidad de cosas para hacer, si no que es todo muy vertiginoso. Volveremos y espero no tardar mucho, ya que nos quedan mil cosas por hacer. Por último comentar que el eurostar está muy muy bien y es ultra cómodo, y que el hotel que cogemos en Brussel (Apartahotel Brussels Midi) es muy bueno para su precio y lo caros que son los hoteles en la ciudad. Con lo buenos que son los trenes en Bélgica, es muy planteable hacer base en este hotel en Bruselas y recorrer desde allí las ciudades en tren, saliendo cada día y volviendo por la noche.

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