Hoy el día amaneció con rayos de sol asomando entre las nubes. Fue abrir la cortina y contemplar bajo el balcón como brillaban con las luces del amanecer con los tejados de Grafenhausen. Bajamos a desayunar y la gente del hotel (muy majos ellos) nos tenían reservada una mesa que ponía "Herr und Frau García". Desayunamos como reyes unos panes estupendos (uno de ellos ultracompacto y lleno de semillas), jamón de la selva negra y nuestro ya insustituible yogur con mueslo. Nos despedimos efusivamente de la gente del hotel agradeciendo su amabilidad ya que nos hicieron sentir como en casa (hasta nos daba pena continuar el camino).
Tras meditarlo decidimos no ir a Fribourg de la que habíamos oido cosas buenas y malas y decidimos ir a Triberg. Triberg es famosa por dos cosas, sus cascadas (las más altas de Alemania) y los relojes de cuco, que los de verdad son fabricados allí a mano. Tras llegar y aparcar subimos a dar una pequeña vuelta por las cascadas, tras pagar 3€ por cabeza. Tanto la cascada como la zona estaban llenas de alemanes de comingo, paseando con su familia. Las cascadas, ya bonitas de por si, estaban rodeadas de un bosque en los que supuestamentente hay un gran número de ardillas, aunque no conseguimos ver ninguna. Tras las fotos de rigor fuimos a hacer compras, que en Alemania si que abren las tiendas en los sitios turísticos por lo que pudimos ver. La primera tienda en la que entramos estaba llena de cosas regionales, casi todas hechas de lana. Así que piqué y compré un sombrero de fieltro de lana, impermeable, que me da una pinta un tanto ridícula, pero que leches! La verdad es que había unos trajes regionales bien monos, pero eran caros de narices. La siguiente tienda estaba repleta de relojes de cuco y, la verdad, había alguno que tenía un mérito tremendo, pero el precio también era tremendo. Estuve a punto de picar en la típica jarra de cerveza de cerámica, pero de momento he resistido. Cuando nos cansamos de ver relojes nos fuimos por una carretera por el medio del bosque camino de Freudenstadt. Por el camino comimos la comida del día anterior de Suiza.
Cuando llegamos a Freudenstadt, sorpresa! Había feria en la plaza del pueblo que, curiosamente, es la mayor de Alemania. Aprovechando que había feria, los comercios estaban abiertos en su mayor parte. Paseamos y en los comercios aledaños, Bea terminó comprando un par de cosas en una tienda rara que tenía café, cafetería, cosas de mercería, zapatería y tienda de móviles en 20m2. Seguimos paseando y vimos como algunos chavales tenían chiringuitos donde vendían cosas para sacarse algo de dinero. Los había que vendían gofres, otros bizcochos, otros bebidas... Antes de irnos Bea tenía atojo de chocolate caliente (estábamos a 9ºC) y yo de tomar un trozo de tarta. Así que cada uno consiguió lo suyo y fuimos camino de Baden Baden. La verdad es que nos estamos defendiendo medianamente bien en alemán, pensábamos que tendríamos más problemas para entendernos, pero con gestos y cuatro palabras nos vamos entendiendo.
Baden Baden es una ciudad que vive básicamente de sus balnearios y hoteles. Está llena de edificios del siglo XIX, ya que fue un sitio de veraneo de la aristocracia centroeuropea. Lamentablemente ya era muy tarde y en la ciudad llovía mucho (la primera vez que nos fastidia algo el agua en el viaje, no nos podemos quejar) así que no paramos y prometimos que, a la vuelta, cuando bajemos por Francia, pararemos (está muy cerca de a frontera)
Así pues, fuimos derechitos al hotel, cerca de Tübingen, animada ciudad universitaria que visitaremos mañana. Por el camino lluvia y mucho tráfico, así que poco que contar. El encargado del hotel de hoy oyó el coche y salió a buscarnos para poder cerrar, y eran las 20:30, que así se las gastan en esta zona, menos mal que ya estamos acostumbrados. La ruta, de nuevo al final del post.
2 comentarios:
Neno, de ridículo nada. Mencanta el sombrero! Te da un toque distinguido..., elegante a la par que discreto. Y además, viene bien para mantener las ideas abrigadas!
Ya sabes que hace tiempo que buscaba uno, y este es la leche! Me probé también uno londinense, pero si este es redículo, el londinense era para descojonarse vivo de mi
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